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Un sacerdote acusado de abuso y una Iglesia culpable de complicidad, Caso Ilarraz

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view post Posted on 25/9/2012, 03:50
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Caso Ilarraz: Un sacerdote acusado de abuso y una Iglesia culpable de complicidad

Fue una puñalada en el corazón de los católicos: el sacerdote Justo Ilarraz, que durante más de siete años dio misa, bautizó y casó a los monterizos, estaba a acusado de por lo menos 50 casos de abusos sexuales a niños

lunes, 24/09/2012 | 12:49 hs


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Justo José Ilarraz.
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TUCUMÁN.- Los hechos habrían ocurrido entre 1984 y 1992, cuando Ilarraz recibía a los menores que ingresaban al Seminario de Paraná, en Entre Ríos. La mayoría de los niños provenían de núcleos humildes y campesinas, y atravesaban un momento difícil por la separación de sus familias. Ilarraz habría aprovechado estas situaciones para cometer los abusos.

Cuando en 1992, un menor que se resistió al abuso relató lo ocurrido a su familia, quien presentó la denuncia ante la Iglesia. Tras él, comenzaron a desfilar decenas de niños que relataron historias similares: en todos los casos, habrían sido abusados sexualmente por Ilarraz.

La Iglesia tomó nota de las denuncias y realizó un Juicio Diocesano. Finalmente, decidió que Ilarraz debía abandonar sus funciones en el Seminario de Paraná y retirarse un año al Vaticano. El sacerdote obedeció y se recluyó un año en la Santa Sede, donde incluso escribió un trabajo sobre el futuro de los menores: “Los niños: Nuevos misioneros para nuevos tiempos. Terminado su año de reflexión, la Iglesia lo envió a Córdoba en 1994, y luego fue destinado a Tucumán, donde se dedicó a continuar con su sacerdocio en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Monteros.

Luego de concluido el Juicio Diocesano, la Iglesia dio por terminado el asunto y pese a que se trataba de un caso de alto peligro, jamás dio aviso a la Justicia. Los encargados de recibir las denuncias fueron el entonces arzobispo de Paraná (actualmente cardenal) Estanislao Karlic; y el actual arzobispo, Alberto Puíggari.

El caso se hubiera mantenido en la oscuridad, de no haber sido por una investigación periodística realizada por Daniel Enz, para la revista Análisis Digital. Cuando el medio publicó la historia, Ilarraz desapareció y hasta el momento se desconoce su paradero.

En medio del escándalo y desde algún lugar en que el Sacerdote se encuentra refugiado, contrató un abogado. El Doctor Jorge Joaquín Muñoz señaló que todas las acusaciones son nulas ya que no existen denuncias ante la Justicia.

Ese es, quizás, el punto más doloroso. Las denuncias existieron, y las familias las realizaron en el seno de la Iglesia. Se desconoce aún cuál fue la manipulación que ejerció la institución sobre los denunciantes, o las mentiras dichas, que habrán impedido que las acusaciones sean también denunciadas ante la Justicia.

Los motivos de la Iglesia para no dar aviso a las autoridades quedaron más que claros en las declaraciones de Puíggari: "El Arzobispado de Paraná hizo lo que debía hacer, según las leyes de la Iglesia”.


El abogado del Sacerdote sostiene que, aún de presentarse las actuaciones correspondientes, los delitos estarían prescriptos por el paso del tiempo, cosa que no hubiera ocurrido si la Iglesia hubiera dado aviso en 1992, cuando recibió las 50 denuncias.


Lejos de desmentir los hechos, la misma institución los reconoció: "Las últimas noticias periodísticas reavivan nuestra profunda vergüenza e inmenso dolor por faltas gravísimas cometidas por uno de quienes deben servir a la vida moral del pueblo, con su ejemplo y enseñanza", dijo el Arzobispado de Paraná en un comunicado.


Un sacerdote que estudió con Ilarraz confesó que ambos fueron abusados cuando tenían 11 años, en el Seminario de Mariápolis, también en Paraná. "Pobre Justo, él no pudo hacer nada con su herida. Yo lo superé y pude seguir por el buen camino" confesó el religioso, según la investigación de Análisis.


Sin embargo, con vergüenza, dolor y lamentos poco puede hacerse. Ilarraz permaneció 20 años en libertad luego de haber sido denunciado, apañado por la Iglesia Católica y en contacto permanente con menores. Ilarraz mismo fue víctima del silencio y la complicidad de la Institución en los casos de abusos infantiles, que ya constituye un modus operandi de la Iglesia. Más tarde, encontró en el mismo ámbito un espacio propicio para convertirse en victimario sin ser condenado. Y no se equivocó: la Iglesia no sólo lo protegió ante la Justicia, sino que le ofreció un nuevo escenario donde no estuviera denunciado para continuar sus actividades.


Mientras Tucumán sigue con atención el juicio a Oscar Emilio Fernández, apodado el “Violador serial” y acusado de seis abusos de menores, la Iglesia Católica al reemplazar al Padre Justo en la Capilla lo despidió, según relata la periodista Carla Núñez Arévalo, con estas palabras: “La Justicia de Dios ya lo juzgó, lo importante es que la gente tiene un buen recuerdo del Padre Justo. Hay que destacar las obras que realizó en la parroquia".


Fuente: Semanario de Tucumán, Edición Impresa.
 
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